¨..Salga el sol o no, los días son siempre nublados¨

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¨..Salga el sol o no, los días son siempre nublados¨

¨..Salga el sol o no, los días son siempre nublados¨

La experiencia de tener una depresión clínica.

¨Me gustaría recordar cómo se siente estar feliz¨ fue lo que un paciente me comento durante una sesión. A pesar

que es fácil relacionar una depresión clínica con sentirse triste, esta condición médica abarca mucho más que eso.

Otro paciente me dijo: ¨no importa si sale el sol o no, los días para mí son siempre nublados¨.

Y es que no solo está afectado el estado de ánimo sino la forma en general como se experimenta la vida, a pesar

que afuera de la persona, las circunstancias para los demás siguen igual que siempre.

Todos hacemos fácilmente acomodaciones a nuestro alrededor si vemos a alguien con muletas por tener un

esguince sencillo grado uno. Le damos espacio en un elevador, tiene parqueo preferencial y todo porque es

una condición visible y fácil de entender.  Es todavía un reto entender las condiciones clínicas referentes a

nuestra salud emocional y mental. Por eso es más difícil que una persona que padece un cuadro clínico de

depresión encuentre empatía  con su condición. Es fácil encontrar quienes con el afán de “animarle” le

comienzan a enumerar todas las razones por las que debería sentirse mejor.

Incluso puede tener personas cercanas que le “demanden” levantarse y luchar. Todo esto no se debe

a una mala intención hacia quien lo padece sino es más bien resultado de la falta de conocimiento de la entidad.

Nadie se atrevería a “motivar” a una persona que tiene una infección y fiebre a que vea todas las bendiciones

de su vida y se proponga con eso bajar su fiebre. Tampoco le demandamos a una persona que no puede caminar

bien debido a una fractura en el pie a que se levante y “luche” contra la fractura y camine bien.

No lo hacemos porque comprendemos que se trata de una condición clínica que es una respuesta normal del

organismo frente a un trauma físico o una infección.   De la misma forma que la “buena voluntad” de un paciente

no va a hacer por si sola que le baje la fiebre o le sane una fractura inmediatamente, una persona con depresión clínica no puede solo con su voluntad mejorar su cuadro.

Más bien necesita, al igual de quien padece cualquier otra condición médica, un abordaje apropiado a su diagnóstico.

Comencemos por entender que NO es una depresión.  Todos experimentamos tristeza. Es un rasgo del ser

humano y tiene un propósito. Usualmente va acompañado de cambios en la postura de la persona y ayuda

a comunicarle a los demás que se ésta pasando por un momento difícil y permitir así un espacio para sanar.

Un cuadro depresivo es distinto. Existen cambios en los patrones de sueño de la persona. Es usual pensar que alguien en depresión duerme mucho, sin embargo lo más frecuente es lo opuesto.

Usualmente presenta insomnio o sueño no reparador. Se experimenta una disminución en la capacidad de concentrarse mentalmente, así que es fácil que tenga múltiples olvidos.

La energía esta disminuida, refiriendo las personas sentirse abrumadas por la vida misma.  Hay sentimientos de culpa exagerada. La velocidad motora y de pensamiento esta enlentecida.

Se pierde el apetito. En casos severos puede haber pensamientos recurrentes de menosprecio e incluso de muerte. Los dos criterios más importantes son la perdida del  interés por las cosas que usualmente disfrutaba la  persona y el estado de ánimo triste o irritable.

En la experiencia clínica hemos visto que especialmente en adolescentes y personas mayores de 70 años, es más frecuente que experimenten irritabilidad que tristeza, enojándose por cualquier motivo constantemente.

Para hablar de un cuadro clínico deben estar presentes  todos estos cambios por más de dos semanas y deben implicar un deterioro del funcionamiento en actividades diarias. Hay bajas en rendimiento académico y/o laboral.

Entendemos así  que tener una depresión clínica es muy distinto a estar triste. La organización mundial de la salud publicó en marzo del 2018 que la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo y afecta a más de 300 millones de personas.

Aun así,  existe mucho estigma al respecto y este estigma puede obstaculizar la decisión de buscar restauración.

Es importante saber que SI puede ser tratada y para abordarla de forma asertiva se necesita una nueva movilización de los procesos neurofisiológicos en el cerebro. Esto se logra a través de dos vías.

Una permite un acceso a restaurar  las formas como las neuronas se comunican entre sí de forma sana, a través de medicamentos antidepresivos.

Se debe buscar entre las opciones de farmacoterapia, la que más beneficiara a cada persona.

La otra vía, la psicoterapia,  permite acceso a las formas de relacionarnos con los demás y con las circunstancias de manera que ya no causen frecuentemente frustración, enojo o dolor.

Está demostrado científicamente que la combinación de ambas vías es lo que más éxito trae en tratamiento y lo hemos comprobado vez tras vez en la experiencia clínica cuando tengo el privilegio de acompañar a alguien a pasar de tener días siempre nublados a descubrir nuevas estrategias de vida y experimentar de nuevo, días de sol.

Dr. Roberto Martínez Porras

Médico Psiquiatra

www.martinezporras.com